Ir al contenido principal

Contigo siempre

Hoy como cada noche te espero a la salida del trabajo. Es tarde, esta vez te has demorado cinco minutos más de lo normal, pero te espero, siempre te he esperado. Finalmente sales, pero algo anda mal, estás de mal humor, quieres llorar, no ha sido un buen día.

- ¿Estás bien? - pregunto.

- ¿Por qué?

- Por la cara que llevas - le respondo.

- ¿Qué tiene mi cara?

- ¡Hey! ¡Tranquila! cuéntame que pasó ¿Tuviste un mal día?

- No es nada te digo, solo estoy cansada. Ha sido un día pesado.

- Está bien. No me digas nada entonces.

Ya no insisto. Sé que te fue mal, y conociéndote intuyo que no sólo tiene que ver con el trabajo, es seguro el tonto de tu ex novio que ha vuelto a molestarte, que ha vuelto a perturbar tu tranquilidad, justo ahora cuando comenzabas a olvidarlo, pero tienes razón, ya no quise decir nada.

- ¿Y a ti cómo te fue? - me pregunta.

- Pues bien. El día estuvo tranquilo como siempre. Fui temprano al congreso que te dije y al mediodía me di un salto a la inauguración de una obra donde iba a estar la alcaldesa. Al final la señora nunca llegó, pero al menos me di unas vueltas por la ciudad en el carro del trabajo. Era eso o aburrirme en la oficina- en eso te miro y pregunto: 

- ¿Y esa sonrisa?

- No es nada, es que estaba pensando - me mientes.

- ¿En qué piensas?

- Hoy me volvió a llamar tú ya sabes quién - me respondes, luego de pensar un rato.

- Para variar - me quejo, adivinando en mi mente de quién se trata.

- Sí lo sé. Yo le dije que ya no teníamos nada qué conversar, pero a veces se pone insistente y ya no puedo decirle nada.

- Pero tú no deberías darle importancia, se supone que ya no lo quieres ¿o no?

- ¿Ya vas a empezar? A veces creo que en realidad no lo he superado, que todavía lo quiero, pero pienso eso porque tú siempre me dices lo mismo.

- Ya está bien, no te voy a decir nada entonces - me rindo.

Nuevamente te quedas en silencio mientras caminamos por el parque y miras hacia arriba como pensando.

- A veces creo que fui una tonta, que nunca debí dejarlo- me dices.

Me quedo en silencio. Ahora yo me siento mal porque a pesar de que solo somos amigos, me duele mucho saber que aún lo extrañas, que aún piensas en él, que a veces eres débil y consideras la posibilidad de regresar con él.

- Sabes, el otro día me encontré con su amigo, al que siempre le cuenta todo, y le pregunté, así como quien no quería, si lo había visto, si sabía cómo estaba.

- ¿Y qué te dijo?

- Nada, no me dijo nada, y yo sé que él sabe algo. Él le cuenta todo, pero no quiso decirme. 

- Y tú seguro le insististe.

- Sí. Es que a mí no me engaña. Yo sé que sabe algo, porque el otro día puso un mensaje raro en su muro de Facebook, algo como que “la había pasado bien” y etiquetó a todos sus amigos.

- ¿Incluyendo a tu ex novio?

- Sí, incluyéndolo a él.

- ¿Ya y eso qué tiene de malo?

- Que seguro puso eso por la fiesta de cumpleaños de Javiera, esa chibola que hace tiempo lo busca.

- ¿A tu ex?

- Sí… Y yo sé que algo sabe él y no me quiere decir. Algo pasó en esa fiesta.

- Okey, okey, pero dime ¿Eso acaso te importa? O mejor dicho ¿Debería importarte?

- Es que no entiendes Carlos, él me mintió porque me dijo que hace tiempo le hizo "el pare" a esa chica, porque no quería que nadie se interponga entre nosotros, porque él quería reconquistarme.

- Pero, ¿Qué tal no pasó nada?

- Es que yo sé que pasó algo y ya sé quién me puede decir.

- ¿Quién?

- Su hermana. La voy a llamar. Espera no, mejor la voy a buscar. Anda acompáñame pues, no seas malo - me suplicas.

- ¿Qué?, no, estás loca.

- Sí por favor amigo, necesito saber qué pasó esa noche, acompáñame, ella debe estar ahora en su universidad.

Podría pasarme toda la noche tratando de convencerte de que es una mala idea, pero soy débil, y sabes que sería capaz de hacer cualquier cosa por ti, incluso acompañarte a buscar a la hermana de tu ex novio, para que terminen de romperte el corazón.

Estamos a dos cuadras de la universidad de la hermana de tu ex. No sueltas el celular, llamas insistentemente a alguien que no te contesta.

- Lo tiene apagado - te lamentas.

- ¿A quién llamas? - pregunto,

- A su hermana.

- Debe estar en clases, por eso no te contesta.

- Ya son las nueve, ya debe estar saliendo.

- ¿Conoces su salón?

- Sí, está en el cuarto piso.

Tomamos el ascensor, mientras me hablas de él, de lo que te dijo por la tarde.

- Quería venir a buscarme, pero le dije que no, que ya vendría otra persona a recogerme.

- ¿Le dijiste que era yo? - pregunto intrigado.

- No, porque no me preguntó quién.

La puerta del ascensor se abre y justo la hermana salía de clases. De pronto corriste donde ella y yo me quedo atrás, no la conozco bien, a penas de vista, pero imagino que su hermano le ha hablado pestes de mí.

Me quedé unos metros atrás, me encontré con un viejo amigo de la universidad que se había quedado varios ciclos, hablaba con él, pero mis ojos estaban puestos en ti. Estabas parada tomando las manos de la hermana de tu ex novio. Te notaba seria, mientras ella te hablaba, no dejaba de hablar. Por ratos asientes con la cabeza, no volteas ni por casualidad a mirarme. Comienzo a preocuparme, estoy como a diez metros, pero puedo ver que tus ojos están llorosos. Finalmente, te despides, y vienes hacia mí.

- Ya vámonos - me dices entre sollozos.

- ¿Estás bien?

- No, solo quiero salir de aquí.

- Vamos.

Todo el camino permaneces en silencio. Yo te miro con tristeza, sabía que esto iba a pasar, pero preferí no decir nada, solo quería abrazarte, calmar tu dolor. Ya estamos en la calle, regresamos al parque.

- ¿Qué pasó? - pregunto esta vez con insistencia.

- ¿Qué pasó? -Comienzas a llorar- Pasó de todo, dice que ya son enamorados. Que ella siempre va a su casa, que ya conoce a su mamá y a todos.

- Pero… si él hasta hoy quiso… - ya no sé qué decir.

- Por eso quería verme, quería decirme seguro que ya está con ella, ya me parecía extraño. Soy una idiota.

No sé qué decirte, me quedo en silencio y me abrazas.

- ¿Por qué Carlos? ¿Por qué fui tan estúpida?

- Amiga, pero ya lo estabas olvidando… Ya estabas bien, si la otra vez me dijiste que ya no lo querías.

- Y es cierto, ya no lo quiero, lo que me molesta es que me haya mentido.

- Debería molestarte el hecho que le creíste, sabiendo cómo es él.

- Él nunca fue así conmigo, siempre fue tan bueno, siempre fue atento, siempre lo consideré una persona con el alma noble.

De repente te quedas en silencio, como si te hubieras quedado dormida en mis brazos, sigues llorando, quizás estás pensando. Quiero verte, cojo tu rostro y seco tus lágrimas. De repente, fijas tu mirada en la mía, tienes el rostro más hermoso que jamás he visto, y se ve mejor a la luz de la Luna. De pronto cerramos los ojos y nos besamos. No es la primera vez que lo hacemos, la otra vez tú estabas muy ebria, fue en la casa de nuestro amigo el chino. Pienso que volverás a rechazarme como en aquella oportunidad, pero no, esta vez te quedas en mis brazos, te miro y me miras.

- No me dejes nunca - me dices.

Yo respondo: No lo haré.

Y volvemos a besarnos.

Después de varios minutos de permanecer en silencio, los dos abrazados, confieso que tengo miedo, todo esto es como un sueño, como la fotografía que siempre quise tomarme, como la escena más romántica de la película de mi vida.

- ¿Qué somos? - preguntas.

- No lo sé, ¿Qué cosa quieres que seamos? -Pregunto y te quedas en silencio- Ahora si quieres, seré tu amante bandido, bandido… corazón, corazón malherido…

- Cállate, sabes que no me gusta Miguel Bosé - Te ríes.

- ¿Ya entonces qué somos?

- No sé - lo dices coqueta y te acurrucas en mis brazos.

- Quiero que seas mi novia, enamorada, digo novia -te sigues riendo- quiero estar contigo siempre.

- ¿Y si no funciona?

- Tiene que funcionar. Yo quiero que funcione, ¿Tú quieres que funcione?

- Sí quiero- y me abrazas más fuertemente.

 


FIN



por Carlos Cruz Barrera el viernes, 23 de agosto de 2013

Comentarios

Las más leídas

Mal día

Una estridente música despierta a Roberta, su día comienza lamentándose el haber puesto como sonido para el despertador de su móvil una de sus canciones favoritas de Rammstein. Odiaba madrugar, pero debía hacerlo por la entrevista de trabajo que tenía programada para las 10 de la mañana en Miraflores. Necesitaba el puesto y había estudiado toda la noche para demostrar que estaba preparada para ser asistenta de uno de los despachos legales más prestigiosos de la ciudad. Roberta sale de la ducha y comienza a alistarse. Tenía todo listo desde la noche anterior: la ropa que usaría estaba ya planchada, los zapatos lustrados, la batería de su celular estaba al 100% cargada y su hoja de vida reposaba sobre una cómoda al costado de la puerta. Nada podía salir mal. El reloj marca las siete. Mientras desayuna, Roberta repasa en voz alta todo lo que necesita: teléfono listo, llaves listas, currículum listo. Y repetía: Teléfono listo, llaves listas, currículum listo, teléfono listo, llaves lis...

La Navidad de Antonio

Esta será mi primera Navidad lejos de mis padres, lejos de mis amigos, de mi tierra, lejos del desconsolado frío de invierno que se vive en la sierra del Perú. Aquí en Lima el clima es distinto, no hay blanca Navidad, todo es de color gris, y solo somos dos, Antonio, mi compañero de cuarto y yo. Conforme pasan las horas, más agudo es el estremecer de mi pecho, extraño mucho a mi familia. Aquí prácticamente no conozco a nadie. Quisiera coger las pocas monedas que llevo en el bolsillo y llamar a mi madre, decirle que la amo, que me muero por verla. Entonces me doy cuenta que de hacer eso me quedaría sin nada. Luego me acuerdo de Dalia, la chica que me rompió el corazón, pero que -igual que yo- podría apostar me está extrañando. Quisiera tener otra moneda imaginaria y llamarla, decirle cuánto la amo, cuánto me dolió saber que volvió con Ricardo, su ex novio, decirle cuánto la odio, y otra vez cuanto la amo. Me miro en el espejo y me doy pena. El reflejo me muestra a un tipo acabado ...